HISTORIA DE NINGUÉN.




Tiven un anaco de ceo atrapado na miña xanela, e cada mañá e cada tarde, durante uns minutos enchíase de paxaros. 

Soñei tanto con voar que unhas ás comezaron a medrar na miña cabeza, alí, xusto no centro da coroa, milímetro abaixo, milímetro arriba. Mentres despuntaban, colleume un refacho de vento e floteí, un pouco, sobre os tellados. Coa emoción do voo non vin que alguén, ao verme flotar, quixo poder facelo; agarrou ás miñas pernas, escalou polo meu peito, observou os meus apéndices alados e tentou arrincalos. A sorpresa e o sobrepeso fixeron que caese en picado; acabei no chan.

Despois puxen unhas pesas de chumbo atadas aos meus nocellos, polo si ou polo non. 

Pero debe ser que non voar ten efectos secundarios; de  tanto renunciar acabas sendo invisible, como can arroxado á estrada.

 - Non se está mal na beiravía, vendo  os coches pasar...

 (Aínda nada queda)

E pasou que houbo tormenta;  caeume un raio, aquí, xusto no centro da coroa, milímetro abaixo, milímetro arriba. E as miñas ás abríronse: tiznadas, rachadas e libres.

Tan, tan libres...


CUENTO DE NINGUÉN

Tuve un cacho de cielo atrapado en mi ventana y ,cada mañana y cada tarde, durante unos minutos se llenaba de pájaros. 

Soñé tanto  con volar que empezaron a nacerme alas  en la cabeza, ahí, justo en el centro de la coronilla, milímetro abajo, milímetro  arriba.

Mientras despuntaban, cogí una racha de viento y levité, por un rato, sobre los tejados. Con la emoción del vuelo  no vi que alguien al verme flotar   quiso poder hacerlo; se agarró a mis piernas, escaló  mi torso , notó mis apéndices alados e intentó arrancarlos. La sorpresa y el sobrepeso hicieron que cayese en picado; acabé contra el suelo.

Entonces me puse unos pesos de plomo anudados a los tobillos, por si acaso.

Pero debe ser que lo de no alzar el vuelo tiene efectos secundarios;  de tanto renunciar acabas por ser invisible, como  cánido abandonado en el camino.

- No se está mal en el arcén,  viendo los coches pasar...

(Sin embargo nada permanece) 

Y pasó que hubo una tormenta;  me ha caído un rayo, aquí,  justo en el centro de la coronilla, milímetro abajo, milímetro arriba. Y mis alas se han abierto: tiznadas, agrietadas y  libres.

Tan, tan libres... 


Eugenia Soto Alejandre.







Comentarios

  1. Hola Genia. Otra vez pasé por aquí y me encontré con tu precioso vuelo, tan bonito en galego como en castellano, versión esta a la que hube de acudir para completar la comprensión. Entendí más del 80%, lo cual me alegró, pero no podía dejar pasar la oportunidad de aprender algunas palabras más. Desde siempre tengo ese sueño feliz de volar y, desde hace algunas semanas, me ronda por la cocorota un pequeño cuento, pero estoy un poco como ese can, tumbado al borde del arcén y no llego a plasmarlo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues a finales de verano suele haber bastantes tormentas, solo basta un rayo para que ese cuento salga. Al menos eso espero para poder disfrutarlo. Graciñas Angel.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares