LA VIDA - LIFE

  





Confieso que cada mañana cuando preparó el café, mientras caliento la leche para que se haga espuma, me da por pensar que, en cualquier instante, la cafetera va a reventar e impactará contra mi cabeza. Y, ahí, se acabará todo. Un final absurdo y sangriento. Cada mañana me enfrento a la cafetera expreso sintiendo que  podría ser la última -pero no dejo de hacer mi café ritual-.


Hay veces que a una le cansa el vivir... Despertar,  trabajar, comer, limpiar, llorar, reír, dormir. Ejecutándome en segundo plano; y no es que normalmente me importe pero en ocasiones si...  Es como ir a la playa y tomar el sol embadurnada en aceite; lo más probable es acabar convertida en una masa de carne quemada rebozada en arena - blanca y fina-.


No  se por qué se me escapó la carcajada. Una falta de profesionalidad total. Se me fue la pinza.  Quizá por el agotamiento mental tras casi ocho horas escuchando las quejas de gente en pleno furor preapocalíptico. Por lo visto la abundancia de papel higiénico y un hornillo portátil  son esenciales para salvar el culo cuando sea lo del cataclismo gordo. - Caballero, solo soy una cajera-.


A la supervisora no le ha sentado bien lo de mi ataque de risa. Se lo ha tomado de un modo personal. En parte la entiendo, si nada más hubiese sido lo de la risa mientras nos pedía comprensión con lo de alargar la jornada laboral -  welcome horas extras gratis -, para arreglar el caos tras el paso de hordas de   presupervivientes dispuestas a arrasar con cualquier producto considerado útil en un futuro distópico. Pero lo del boli Bic naranja… Fue demasiado. Se lo clavé un poco sin querer en el dorso de la mano –calidad, calidad -. Ni siquiera me enteré. Ahí estaba ella, dando golpecitos con la zarpa sobre su libreta de anotar deméritos, arengándonos con lo de remar juntes para estar bien todes… No pude evitarlo. Oir a la tipa ésta yendo de superguay , utilizando un lenguaje pretendidamente inclusivo, me provocó tal arrebato de risotadas que comencé a convulsionar, ahí, justito a su lado –sorry, no volverá a suceder-.


De lo único que me arrepiento es de no haber sacado la fotaca de su cara toda colorada  ,con los ojos bizcos mirando el final de su brazo, para subirla al insta  - emoy de sonrisón con lagrimitas-. No es que una sea de sangre y vísceras pero si la vida te da limones, pues a hacer limonada.


La luz del atardecer es la mejor; su halo amarillo mostaza disimula la fealdad. Casi la había olvidado; despertar,  trabajar, comer, limpiar, llorar, reir, dormir... No más. Es raro. Supuestamente debiera estar agobiada - paria serás - y no.


Me siento libre, aliviada; sin gritar por dentro. La gente camina con prisa por llegar a algún lado. Yo me detengo  a mirar el cielo. Tan bonito... ¡Upsss! Ha aparecido  una nueva luz ; un puntito luminoso, allí, de un rojo intenso ,muy, muy, muy lejano - brilla, brilla, little star-…


 Eugenia Soto Alejandre






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